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martes, septiembre 12, 2006

Silverchair y su esperado regreso: los canguros ya tienen con que saltar

Dejando por el suelo todas las ridículas teorías y rumores de separación, Silverchair por fin vuelve a fines de este año con sus esperado quinto disco. Son casi cinco años de espera y suspenso por parte de uno de los pocos sobrevivientes -junto a Pearl Jam- de la hoy en día desaparecida corriente oriunda de seattle: el grunge. Sea como sea están de vuelta y, según web, mejor que nunca.

Noticias aparte, su sonido pareciera ser un hijo renovado de Nirvana y Pearl Jam. A modo de recuerdo, estos jóvenes australianos irrumpieron en el mercado mundial en 1995 con su álbum debut, “Frogstomp”, que lo grabaron cuando apenas tenían 15 años de edad. Originalmente llamados Innocent Criminals, Silverchair fue formado en 1992 en Newcastle, Australia, por tres compañeros de colegio: el vocalista y guitarrista Daniel Johns, el bajista Chris Joannou y el baterista Ben Gillies. Dos años más tarde su primer demo fue elegido como el ganador de un concurso de talentos que hacían en un programa de la televisión local, Nomad, y apoyado por la estación radial 2JJJ-FM. El premio era un día en el estudio de grabación de la radio y la grabación de un video para la canción ganadora, ‘Tomorrow’.

El single recién grabado y su primer video fueron lanzados al aire antes que Innocent Criminal tuviera siquiera su primer contrato, lo que ayudó a que la banda comenzara a hacerse de una gran base de fanáticos adolescentes. Esto se vio traducido en una inusitada competencia entre los sellos australianos por firmar al grupo, la que finalmente fue ganada por Murmur, una subsidiaria de Sony Music. Antes de lanzar su primer single oficial, ‘Tomorrow’, en septiembre de 1994, la banda cambió su nombre a Silverchair, iniciando el verdadero camino de la fama internacional. ‘Tomorrow’ se convirtió en un súper hit en Australia, alcanzando el número uno y llegando al lugar número cuatro dentro de los singles más vendidos en toda la historia de la música originaria de ese país.

En enero de 1995 lanzan su segundo single, ‘Pure Massacre’, el que también alcanza el número uno. Ese mismo mes graban su álbum debut “Frogstomp” en tal sólo una semana, el que se convierte en el primer álbum australiano en entrar en el número uno del ranking de ese país y vender disco de platino durante la primera semana. Más tarde se convertiría en doble disco de platino y pasaría seis semanas al tope de los rankings. En Estados Unidos el éxito de Silverchair fue casi tan rápido como en Australia. Editado en el verano de 1995, “Frogstomp” comenzó a subir súbitamente en los rankings norteamericanos, gracias a la alta rotación que MTV y las radios de rock moderno le dieron al single ‘Tomorrow’. Muy pronto el álbum consiguió el disco de platino y el segundo single, ‘Pure Massacre’, se transformó en el hit radial de fines de 1995. Durante la primera mitad de 1996 el grupo se dedicó a mostrar su material en vivo, dejando la otra mitad para componer y grabar el material que compondría su segundo disco. “Freak Show” saldría editado en 1997 en todo el mundo y recibió mejores comentarios que su predecesor, alegando influencias más clásicas como las de Led Zeppelin y modernas como Helmet y Rollins Band, pero no lograron vender tantos discos como aquel. Sin embargo, por esa época se mantenían como uno de los pocos grupos que explotaban una corriente post-Nirvana con éxito. De esa manera seguían haciendo exitosas presentaciones en Estados Unidos y alimentando su condición de ídolos en su tierra natal. Además, tuvieron la oportunidad de presentar nuevas canciones para las bandas sonoras de Spawn y The Cable Guy, lo que los mantenía vigentes en el medio.

Sin embargo, los años no pasan en vano. La banda que con apenas quince años irrumpió en el mercado, tuvo que adoptar un discurso más adulto en sus letras, lo que se vería ratificado dos años más tarde con su tercer disco, “Neon Ballroom”. La expectativa para este nuevo trabajo de la banda había bajado considerablemente pero de todas maneras se las ingeniaron para imponer el single ‘Anthem For The Year 2000’ como uno de los más rotados en las radios de rock moderno, consiguiendo vender aceptablemente.

Con Nuevo disco bajo el brazo, Silverchair inició el tour que, al menos por un buen tiempo, sería su despedida temporal de los escenarios masivos. Recaudando en venta de tickets inclusive más que la gira respectiva al álbum con el gordito en la portada, gran parte de Europa y, por estos lados, Brasil, marcaron un hito en la vida de la banda. El disco, repleto de letras con una enorme carga emocional, comenzó a hacerse conocido. Temas como Ana’s Song” –que guarda relación directa con la anorexia de Daniel Johns-, “Emotion Sickness” y la sentimental “Miss You Love” lograron demostrar que, detrás de una estética neo-pop-grunge, existía un enorme interés por gritarle a la sociedad actual. En 1999, finalizando la gira que les llevó a compartir escenario en los Estados Unidos con bandas como Red Hot Chili Peppers y Blink 182, anunciaron que se tomarían un ‘break’ de un año para ‘recargar las pilas’.

Descartando de lleno los rumores de separación que deambularon en Australia durante aquel casi año y medio, en el que, por cierto, el trío tocó en uno que otro festival, Junio del año 2001 marca su esperado retorno al estudio de grabación. Bajo la producción del respetado David Bottrill (Tool, Peter Gabriel, King Crimson, etc.), la banda comenzó a trabajar en Sydney lo que se transformaría en su cuarto álbum, “Diorama”, placa que posee la co-producción de Johns.

El disco, que cuenta con la notable cooperación en arreglos orquestales del otrora colaborador de grupos como Beach Boys y U2, Van Dyke Parks, debuta a comienzos de enero de 2002 con el single “The Greatest View”, canción que, según los integrantes de la agrupación y el mismo Daniel Johns, representa fidedignamente el espíritu del álbum: la deshumanización del mundo actual.

Aunque los fans más rockeros no recibieron muy bien este nuevo trabajo repleto de mensajes al borde del llanto, el grupo se las ingenió para reinventarse y lograr vender 140.000 copias (doble disco de platino) tan sólo en Australia. Sin embargo la gira prevista para promocionar el mismo, se vería abruptamente interrumpida por una abrumadora noticia. Daniel Johns, con tan solo 22 años de edad, corría grave peligro de no poder tocar guitarra nunca más e incluso verse postrado de por vida a una silla de ruedas tras pronosticársele una artritis reactiva. El 2002 marca un año fatal para la agrupación. Con su ‘frontman’ en rehabilitación, la promoción de su último trabajo de estudio se ve absolutamente diezmada.

Pero todo empezaría a cambiar para mejor. En octubre de ese año, cuando “Diorama” proclamaba a Silverchair como una de las mejores bandas de la tierra de los canguros en los premios ARIA Awards (equivalente a los Billboard o Grammy Awards), incluyendo el galardón a “Mejor Grupo” y “Mejor Álbum de Rock”, la banda haría una inesperada presentación en aquella noche de gala tocando el single de su último trabajo, “The Greatest View”, hecho que ayudaría enormemente a promocionar el alicaído disco e incluso posicionaría entre los primeros lugares de los TOP 20 de aquel país.

Tras toda esta algarabía, Daniel Johns anuncia sus intenciones de potenciar el grupo paralelo que sostenía con el músico australiano Paul Mac, colaborador de Silverchair desde 1997. La nueva banda, llamada The Dissociatives, que intentó explorar en la faceta más melódica de Johns, amenazaba con romper por completo las ya distendidas relaciones al interior de la agrupación. No obstante, en noviembre de 2005 la banda anuncia que se encuentra trabajando en la composición y arreglo de temas para lo que sería su quinto álbum de estudio y que, de salir todo según lo previsto, sería grabado en mayo de 2006, para salir a la venta a fines del mismo año, o comienzos del 2007.
Así que ya saben. A esperar -y rogar- porque este nuevo disco no sea simplemente uno más dentro de su repertorio. Muchas veces este tipo de retornos casi 'épicos' quedan en nada y terminan cayéndose por sus propios medios, lo que sólo sirve para perder la fe en que, sin querer ser pesimista, tal vez los buenos músicos dejaron de existir hace mucho.